La desigualdad social

En el último congreso de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) celebrado en Zaragoza los pasados 24 y 25 de mayo, una de las cuestiones más importantes que se debatieron fue la desigualdad social que existe en los países en desarrollo.

Para todos ellos es el mayor desafío al que deben hacer frente y el mayor problema que deben solucionar. Las tasas de crecimiento son, con todo el peligro que conllevan, medias estadísticas, que reflejan un mayor bienestar pero no mencionan la dispersión que ese crecimiento puede producir.

En la física se sabe que la naturaleza odia el vacío, y así, tiende a llenarlo en cuanto lo encuentra. En las sociedades pasa lo mismo. Todo depende de cuan grande sea el vacío que se va creando, pero lo que no tiene duda, es que existe un punto de no retorno a partir del cual, aparece la solución revolucionaria, entendida como aquella que propone el cambio radical y que puede ser de carácter socialista, populista, o cualquier otro “ista”.

Desde ese momento, la situación del país cambia y empieza a deslizarse por el círculo vicioso de la demagogia y el decrecimiento.

Esta descripción que se cumple inexorablemente cuando se alcanza esa diferencia entre pobres y ricos, debe ser el primer objetivo de los gobiernos de aquellos países. Lo que, también de manera inevitable, se transforma en buenas oportunidades de negocio para empresas que puedan aportar valor reduciendo la desigualdad.

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